Más de dos años después de que comenzara el conflicto en su país, los ucranianos desplazados siguen aferrándose a la esperanza de regresar a sus hogares mientras reconstruyen sus vidas en otros países. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha ayudado a La Răscruce, una Iglesia evangélica que gestiona un centro comunitario en Iaşi, Rumanía, a proporcionar asistencia a los refugiados que viven allí.
Adrian Palady, de La Răscruce, vio que aumentaba la necesidad de alimentos básicos y artículos de higiene entre los ucranianos que viven en Iasi y solicitó la ayuda de la Iglesia. Hace dos años, cuando comenzó el conflicto ucraniano, La Răscruce y la Iglesia colaboraron en la distribución de kits de higiene donados por esta última. La Răscruce también prestó servicios humanitarios directamente en estas ciudades de Ucrania: Odesa, Izmaíl, Vínnitsa, Kiev, Khmelinsky y Jersón. Se han realizado más de veinticinco viajes a Ucrania.
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La mayoría de los ucranianos que viven en Rumanía son mujeres, niños y personas con discapacidad. Las barreras lingüísticas, la necesidad de cuidar a niños pequeños y los problemas físicos les dificultan encontrar trabajo. Por otra parte, debido a la larga duración del conflicto, los recursos de ayuda se han visto reducidos.
En respuesta a la solicitud, la Iglesia donó alimentos básicos y artículos de higiene para 250 familias ucranianas. Los miembros de la congregación de La Răscruce se unieron a los de la Iglesia en las instalaciones de La Răscruce para clasificar los alimentos y artículos de higiene. La Iglesia también donó, a lo largo de dos meses, 3000 comidas preparadas para ucranianos de Iaşi confinados en sus casas, lo que les permitió disfrutar de una comida caliente cada día.
Uno de los destinatarios escribió a Adrian diciéndole “gracias por estar siempre con nosotros, los de Ucrania. Por el apoyo y la atención, por la capacidad de ayudarnos en los momentos difíciles”. Otro escribió: “Al desempacar las bolsas de productos, empecé a llorar y a dar gracias a Dios de que haya personas como ustedes sobre la tierra”.
Adrian explicó que, además de proporcionar ayuda material a los refugiados, esto les recuerda que no están solos y que no se les olvida. Esta colaboración interconfesional ha bendecido a las familias ucranianas que recibieron alimentos y artículos de higiene, a la vez que ha creado nuevas amistades, confianza y comprensión entre todos los implicados en este proyecto.