
Una serie de emisión en continuo que se estrenó hace poco representa de manera ficticia unos sucesos que tuvieron lugar en Utah a mediados del siglo XIX. Si bien la ficción histórica puede resultar esclarecedora, esta obra dramática induce a error de manera peligrosa.
Brigham Young, profeta venerado y pionero valiente, aparece muy mal caracterizado, desde cualquier punto de vista histórico, como un fanático malvado y violento. También se retrata a otras personas y grupos de maneras que refuerzan estereotipos tan inexactos como dañinos.
En lo que respecta a la masacre de Mountain Meadows, que la serie describe de manera imprecisa como reflejo de todo un grupo religioso, hace mucho tiempo que la Iglesia reconoció y condenó esa horrible tragedia. Asimismo, ha dado pasos significativos para revelar y compartir toda la verdad de lo que ocurrió y promover la sanación.
El problema de una narración tan engañosa, gráfica y sensacionalista es que no solo esconde la realidad y dificulta la comprensión genuina, sino que puede fomentar la animosidad, el odio e incluso la violencia. Esto resulta preocupante sobre todo hoy en día, cuando se necesitan pacificadores más que nunca. En una época en la que tantos líderes responsables condenan la división y la hostilidad que dominan gran parte del discurso público, nos hacemos eco de esta súplica del presidente Russell M. Nelson: “El mensaje del Salvador es claro: Sus verdaderos discípulos edifican, elevan, alientan, persuaden e inspiran, por muy difícil que sea la situación. Los verdaderos discípulos de Jesucristo son pacificadores. […] Ser pacificador es una elección. […] Los insto a elegir ser pacificadores, ahora y siempre”.
Este sentimiento, compartido por muchas tradiciones, resuena en todo el mundo hoy en día. Este el mensaje profético de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, un mensaje de paz que todos los profetas modernos han divulgado, Brigham Young entre ellos.