Cambiar vidas en centros cívicos

En los últimos años, muchas personas se han visto desplazadas por guerras, persecuciones o desastres naturales. A menudo son obligados a salir de sus hogares repentinamente, sin tiempo ni medios para tomar sus pertenencias.

Entrar en otro país sin hogar y con frecuencia sin un céntimo es una experiencia aterradora y solitaria. Según Kent Miller, voluntario de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en el Centro Cívico de Peckham (al sureste de Londres), “las dos cosas que más necesitan, además de un empleo, son la amistad genuina y la capacidad de hablar en inglés”.

Las Escrituras modernas nos exhortan así: “… socorre a los débiles, levanta las manos caídas y fortalece las rodillas debilitadas” (Doctrina y Convenios 81:5). Los centros cívicos organizados por Latter-day Saint Charities, el organismo de ayuda humanitaria de la Iglesia, ofrecen a los refugiados un lugar para conocer nuevos amigos, trabajar para la integración, aprender nuevas habilidades y obtener un sentido de comunidad. Mediante la colaboración con otras entidades benéficas, ayuntamientos y ONG, ayudan a satisfacer las necesidades de los muchos refugiados e inmigrantes que entran en Europa.

El primero de ellos se abrió en febrero de 2018 en Atenas, Grecia. Ofrecían clases de griego, inglés, cocina, arte y música, junto con tutorías en habilidades para la vida.

En cooperación con la Iglesia Episcopal, el Centro Cívico de Roma se abrió en mayo de 2018, prestando servicio a 25 refugiados a la semana. Para marzo de 2019, ya tenían casi una asistencia de 500 semanalmente. Su oferta incluía lecciones de italiano, inglés y francés, así como habilidades para la vida y el empleo.

Los centros estaban a cargo de voluntarios locales e internacionales. También se brindó asesoramiento legal y ayuda para rellenar y tramitar documentos.

Asimismo, se abrieron centros en Peckham y Wembley (oeste de Londres), Inglaterra. Se ofrecieron cursos en English Connect (EC), habilidades informáticas básicas, capacitación laboral y asesoramiento para encontrar empleo. También contaban con tutorías semanales para niños en edad escolar.

Los centros cerraron a principios del año pasado debido a la pandemia del COVID. En la actualidad, los voluntarios de los centros del Reino Unido enseñan clases en línea desde su casa. Asisten alumnos de todo el mundo. Nelson Hafen, que supervisó el centro de Wembley, ha visto que han llegado a ser “amigos los unos de los otros y de sus instructores, a medida que todos aprenden juntos”.

Peggy Powell, una instructora del centro Peckham, se centró en cómo ayudar a Katherine a aprender y fijarse metas profesionales. Más tarde, le agradó mucho ver a Katherine comenzar un trabajo como profesora ayudante temporal “Cuando comenzó nuestro curso de EC, había estado trabajando en Inglaterra como limpiadora durante dos años”.

En Santiago 1:27 leemos que “la religión pura […] es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Cambiar la vida de los refugiados por medio del servicio auténtico es la esencia de estos centros. Una consecuencia de este servicio es el cambio en la vida de los voluntarios. Gaylene Bickmore, otra instructora, reflexionó: “Enseñar aquí me ha bendecido de muchas maneras”.