Comunicado de Prensa

El “bombardero de dulces”, Gail S. Halvorsen, abre la exposición “Siempre amigos”, 65 años después del suministro aéreo de Berlín.

El martes 18 de junio de 2013, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días celebró una recepción VIP para la apertura de una exposición de una semana de duración llamada “Siempre amigos”, en conmemoración del comienzo del puente aéreo de Berlín hace 65 años. La exposición presenta al coronel Gail S. Halvorsen, el “bombardero de dulces”, y los acontecimientos relacionados con el puente aéreo de Berlín. A la recepción de apertura asistieron amigos personales de Gail Halvorsen y dirigentes municipales.

Bernd von Kostka, conservador del museo Alliierten de Berlín, fue el primero en tomar la palabra y presentó una visión general de la historia del puente aéreo. Recalcó el potente efecto que las acciones de Halvorsen han tenido en las relaciones entre Estados Unidos y Alemania, así como la esperanza que brindó a aquellos niños del Berlín Occidental hace muchos años.

Anna-Margareta Peters, de la fundación Stiftung Luftbrückendank, rindió homenaje a Halvorsen refiriéndose al ABC del puente aéreo. Por cada letra del alfabeto, nombró una virtud que Halvorsen y su equipo mostraron durante el suministro aéreo. También habló de los diversos apodos de Halvorsen, como “Tío Alas Temblorosas”, “Bombardero de Dulces” y el “Piloto del Chocolate”. “Los apodos son apelativos cariñosos o bien revisten una connotación negativa. En este caso [refiriéndose a Halvorsen], no cabe ninguna duda”, dijo Peters.

“Cuando pensamos en el comienzo del puente aéreo de Berlín hace 65 años, sentimos muchas emociones diferentes. El recuerdo sigue vivo para los berlineses, y un hombre de casi 93 años nos mantiene cercanos al recuerdo mediante su vida y sus experiencias personales. Nos sentimos orgullosos y agradecidos de que el coronel Gail Halvorsen formara y forme parte de la historia de Berlín como miembro de nuestra Iglesia”, afirmó David Ruetz, presidente de estaca de la zona de Berlín/Brandenburgo.

Haciendo referencia a la apertura de la exposición, Hartmut Rhein, comisionado de iglesias y religión de la zona de Berlín, expresó: “Estoy especialmente entusiasmado por el hecho de que Gail S. Halvorsen, un piloto muy apreciado y honrado aquí en Berlín, haya podido estar presente en la apertura de esta exposición. Ninguna persona de nuestra ciudad ha olvidado su iniciativa de lanzar pequeños paracaídas con chocolate Hershey a los jóvenes de Berlín. Esto le convirtió en el “bombardero de dulces”, ¡y además convirtió a antiguos enemigos en amigos para siempre!”

Halvorsen también habló a los invitados personalmente al contestar una serie de preguntas del organizador, el presidente Ruetz.

¿Por qué decidió lanzar paracaídas con chocolate?

“¡Fueron los niños los que empezaron, yo no!”, respondió Halvorsen. Volvió a contar la historia de cómo empezó todo, tras dar dos trozos de chicle a los niños de Berlín Oeste al otro lado de la alambrada de púas. Pensaba que los niños le suplicarían y se mostrarían un poco egoístas o ansiosos. No obstante, tras recibir el chicle, lo compartieron. Se acercaron el envoltorio de los chicles a la nariz y disfrutaron de su olor. Gail dijo que ese momento le cambió la vida para siempre. Le emocionó tanto su humilde reacción que su mente comenzó a cavilar ideas para poder seguir llevando golosinas a los niños. Gracias a esta experiencia, aprendió una lección importante de la vida.

“El principio clave para la felicidad es la gratitud. Fue la gratitud de los niños aquel día lo que
me cambió”, dijo Halvorsen.

¿Cuál fue la parte más emotiva de la operación para usted?

Recordó que la parte más emotiva de la “Operación Pequeñas Vituallas” fue al recibir cartas de los niños. Escribían cartas dirigidas al “Tío Alas Temblorosas” y le daban gracias por lanzar el chocolate. Le procuraba un sentimiento gratificante el sobrevolar la zona y ver a los niños persiguiendo los paracaídas.

“El puente aéreo me enseñó que la única manera de vivir felizmente era servir a los demás”, afirmó Halvorsen, y añadió: “La Biblia y el Libro de Mormón nos enseñan que de las cosas pequeñas vienen las grandes”. En este caso, dos paquetes de chicle se convirtieron en 20 toneladas de dulces.

Halvorsen insistió en que el servicio es siempre mejor que el dinero. Su experiencia le enseñó cuán importante era brindar esperanza a los que no la tienen. Situó en una perspectiva correcta lo que es más esencial en la vida. Uno de los niños que  recibieron los dulces le escribió y le dijo: “Algún día comeremos, pero si perdemos nuestra libertad, nunca la recuperaremos”.

Para algunas personas de Berlín Oeste, el chocolate demostraba que había alguien en Estados Unidos que sabía que tenían problemas y que se preocupaba suficientemente por ello como para ayudarles.

A la conclusión del acontecimiento, Halvorsen anunció a todos los invitados asistentes en alemán: “¡Die Ausstellung ist eröffnet!” (“¡Queda abierta la exposición!”)

Tras la apertura oficial, Heinz-Gerd Reese, de la fundación Stiftung Luftbrückendank, condujo a los invitados durante una visita guiada a la exposición que detallaba los acontecimientos del puente aéreo.

La exposición estuvo abierta al público del 19 al 26 de junio, de las 14 a las 20 h, en el centro de reuniones de la Iglesia situado en el centro de Berlín, en la calle Klingelhöferstr., Nº 24.

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