Comunicado de Prensa

El “bombardero de dulces” sigue brindando esperanza a los jóvenes en una nueva visita a Berlín

Apodado el “bombardero de dulces”, el coronel Gail S. Halvorsen, que actualmente tiene 92 años, volvió a viajar a Berlín para participar en la apertura de una escuela en su nombre y en la apertura de una exposición para celebrar los 65 años desde el Puente Aéreo de Berlín.

Prestó servicio en las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos como piloto durante el Puente Aéreo de Berlín de 1948 a 1949 y actualmente es oficial de carrera retirado.

Se le conoce principalmente por haber lanzado chocolate a los niños de Berlín en pequeños paracaídas hechos con pañuelos durante el Puente Aéreo de Berlín. Después que los soviéticos rodearan la ciudad, los aliados occidentales lanzaron productos esenciales desde aviones para ayudar a los berlineses sometidos a un bloqueo de suministros.

Estos bombarderos sobrevolaban la ciudad más o menos cada 3 minutos. Para ayudar a los niños a distinguir cuál era su avión, Halvorsen les dijo que “menearía” las alas y después lanzaría el chocolate; los niños le apodaron “Onkel Wackelflügel” (Tío Alas Temblorosas).

Cuando su oficial supervisor se enteró de esta acción, la unidad la convirtió en la “Operación Pequeñas Vituallas” oficial. Se unieron otros pilotos y la labor comenzó a atraer la atención de los medios de comunicación y de niños de otras partes de Alemania.

Esta buena obra atrajo una gran atención de los medios locales y posteriormente de los internacionales. Se ha celebrado como uno de los actos más influyentes para reparar las relaciones entre Alemania y los Estados Unidos. Ahora, una escuela de Berlín lleva su nombre.

Dirigentes municipales y residentes berlineses se reunieron para celebrar el nuevo comienzo de la escuela y anunciar su nuevo nombre en honor al piloto. Las antiguas escuelas AlfredWegener-Realschule y Beuckeschule se han combinado para formar la nueva escuela Gail S. Halvorsen.

Los directores de la escuela expresaron repetidamente su gratitud por los actos de Halvorsen y por el ejemplo positivo que representa para los alumnos de la escuela.

En la ceremonia, Halvorsen le habló directamente a los niños que asistirán a la escuela que ahora lleva su nombre: “Niños, demostrad que os preocupáis por los demás. Escuchad a vuestros maestros. Escuchad la voz apacible y delicada que lleváis en vuestro interior y continuad con vuestros estudios. Acudid a este maravilloso edificio y brindad esperanza a los demás”, dijo.

“Estoy entusiasmada por el nuevo comienzo de la escuela y siempre recordaré este acontecimiento especial”, afirmó Alicia Berndt, alumna de 14 años de la nueva escuela Gail S. Halvorsen y miembro del Barrio Dahlem de Berlín.

Halvorsen ha sido miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días toda su vida y también se dirigió a los jóvenes de la Iglesia durante su estancia en Berlín.

El domingo explicó a los jóvenes de la Iglesia de 12 a 18 años que de las cosas pequeñas vienen las grandes. “¡Ser mormón era una ventaja! Como nunca tomaba alcohol, siempre estaba listo para actuar. Cuando había llamadas de madrugada, siempre era el primero que estaba listo”, afirmó Halvorsen.

Alentó a los jóvenes a nunca tener miedo de defender lo que creen. Contó una experiencia que tuvo como nuevo comandante de Tempelhof en 1970. Una de sus primeras asignaciones fue asistir a una recepción organizada por el club de oficiales franceses. Tras echar un vistazo por todo el lugar, se dio cuenta rápidamente de que se estaban sirviendo solamente bebidas alcohólicas. Todos los invitados debían participar en un brindis en honor al presidente de Francia, así que se dio prisa en hablar con su homólogo francés y le pidió zumo de naranja o 7up.

El anfitrión llamó al camarero y le susurró algo al oído. Éste se marchó y regresó rápidamente con un vaso de zumo de naranja fresco solamente para Halvorsen. Los demás invitados se quedaron sorprendidos por su valentía, pero a él le complació la decisión que tomó de no ceder a la presión social.

“Respeten las decisiones de los demás. Estén en el mundo, pero no sean del mundo. Todos son hijos de un Padre Celestial que les ama, independientemente del lado de la frontera en el que nacieran”, les alentó Halvorsen.

En cuanto a los acontecimientos que tuvieron lugar, Halvorsen declaró en alemán: “Ich freue mich wieder in meine zweite Heimat zurück zu kommen (me siento sumamente feliz por volver a mi segunda casa) y agregó: “Tengo 92 años; a mi edad, ¡me siento agradecido por estar en cualquier lugar!”
 

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