Nota de prensa

Exmisionero de La Iglesia de Jesucristo compite en la liga de baloncesto alemana

 

Con sus 2,08 metros, Eric Mika se eleva por encima de la altura media masculina en Alemania con la friolera de 30 centímetros. Pero el alero del club de baloncesto Medi Bayreuth de la Basketball
Bundesliga, y competidor en la Euroliga, destaca por algo más que por su altura. Según él, poner sus valores en primer lugar le permite disfrutar de la vida y competir profesionalmente.
Mika no es el típico jugador de baloncesto. Y a pesar de que vive en Bayreuth, en la Alta Franconia, desde principios de este año, no es alemán. Oriundo de Utah, mientras jugaba para la Universidad Brigham Young (BYU), decidió apartar su carrera de baloncesto durante dos años.
BYU está patrocinada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Muchos jóvenes de esta denominación cristiana, hombres y mujeres, eligen servir en misiones. Mientras que son misioneros, dejan de lado sus empleos y se abstienen de los entretenimientos comunes de la gente de su edad, para centrarse completamente en enseñar a los demás el evangelio de Jesucristo. Los hombres solteros sirven durante dos años, las mujeres solteras 18 meses.
“No quería ir. Dos años es mucho tiempo lejos de la familia, amigos y del estilo de vida de uno”, dijo
Mika. “Simplemente pensaba que no era para mí. Seguí con esa mentalidad hasta mi primer año en la universidad”. Muchas impresiones le hicieron cambiar de opinión con el tiempo. Una tarde, Mika estaba tirando a canasta en el gimnasio de uno de los centros de reuniones de la Iglesia con un hombre que nunca había conocido antes.
“El hombre me sugirió: ‘Creo que deberías servir en una misión’”, dijo Mika. “Nunca había visto a ese hombre. Él no sabía lo que yo estaba pensando, pero fue tan genuino lo que sentí al oírlo que supe que no venía de aquel anciano, sino de Dios”.
Decidió tomarse un descanso del baloncesto y se le asignó a la misión Italia, Roma. Su regreso al
baloncesto en BYU en su segundo año de universidad fue exitoso; sin embargo, los dos años de misión lo habían dejado atrás. Los demás jugadores habían mejorado y desarrollado sus habilidades en la cancha mientras él había estado fuera, en el campo misional.
“No me di cuenta de lo difícil que sería volver al baloncesto después de perder dos años de experiencia”, dijo Mika. Los sacrificios requieren renunciar a algo bueno por algo aún mejor, y Mika afirma que cumplir una misión fue el sacrificio acertado para su vida familiar. Cuando no tiene entrenamientos ni partidos, pasa el tiempo con su esposa y su perro braco de Weimar.
“De ninguna manera me arrepiento de haber servido una misión”, dijo Mika, “hubiera sido genial haber podido jugar al baloncesto, pero no me habría cambiado como lo hizo mi misión”.
El baloncesto es la pasión y profesión de Mika, pero la familia es su principal prioridad. Él y su mujer Gabrielle llevan casados dos años. A pesar de la diferencia de altura entre ellos (Gabrielle mide 1,57 m), sienten que son tal para cual y que estaban destinados a casarse. Fueron novios en la secundaria y ambos sirvieron misiones en Roma, al mismo tiempo.
Como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Mika sigue un código de salud conocido como la Palabra de Sabiduría. Entre sus reglas están el abstenerse de bebidas alcohólicas, tabaco, té, café y drogas. Como decisión personal, Mika decidió además ser vegetariano. No considera que su dieta sea restrictiva, sino fundamental para su bienestar.
“Sigo un estilo de vida que me permite jugar al nivel más alto que puedo, y me encanta”, dijo Mika. “Le presto atención extra a mi salud y me cuido como si fuera un automóvil realmente valioso. No quiero sufrir ni el más mínimo rasguño”.
Mika hace lo que puede física y espiritualmente para mantenerse en plena forma. A veces, incluso los máximos esfuerzos no producen el resultado deseado. La vida de un atleta cuenta con victorias y decepciones, al igual que la vida en general. Mika intenta no obsesionarse con lo que no puede
controlar.
“No oro para que ganemos o juguemos bien”, dijo Mika. “Sólo oro para que los jugadores de nuestro equipo y aquellos contra los que jugamos no nos lesionemos, y para que pueda jugar al máximo nivel”.

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