Nota de prensa

La discriminación y la intolerancia religiosa

Discurso pronunciado por el Presidente Erich W. Kopischke, de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Europa.

I. La historia de la Iglesia, entre la persecución y la aceptación


Como Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Europa, deseo darles las gracias por haberme invitado a tomar la palabra en esta conferencia para tratar con ustedes la discriminación y la tolerancia religiosa. La historia de la Iglesia a la que frecuentemente se conoce como “los mormones”, oscila entre los polos opuestos de la persecución violenta y la aceptación y admiración que despiertan sus miembros.

José Smith, fundador de la Iglesia, vislumbró desde los comienzos que “se iba a hablar bien y mal de [él] entre todo pueblo”1. Sin embargo, el rechazo no se limitó a las palabras. La persecución a la Iglesia en sus primeros días culminó en 1838 con un decreto dictado por el gobernador de Missouri, EE. UU., por el que todos los mormones debían abandonar el estado inmediatamente, so pena de muerte. Seis años después, un populacho enfurecido irrumpió en la cárcel de Carthage, Illinois, y disparó y mató a José Smith, que se encontraba allí encarcelado.

En la actualidad, la Iglesia cuenta con casi catorce millones de miembros. Los casi quinientos mil miembros de la Iglesia en Europa valoran el respeto que se les muestra, así como la libertad de religión y de creencia que por lo general ampara la constitución. También se esfuerzan por tratar a las personas de otras religiones o no religiosas con respeto.

No obstante, en las sociedades europeas todavía siguen surgiendo dificultades en las interacciones humanas, debido al uso de apelativos generalizados para las iglesias minoritarias, que son frecuentes en el día a día y en los medios de comunicación. En especial, términos como “secta” y “culto”, debido a su efecto estereotípico, tienden [...] a diluir el postulado periodístico de que debe haber una separación entre noticias y opinión”2 y establecen reservas y prejuicios. Se critica rápidamente a las comunidades religiosas cuyos miembros respetan normas específicas de manera constante. Los científicos políticos alemanes Uwe Backes y Eckhard Jesse comentan al respecto: “Todo esto le puede parecer altamente ‘sospechoso’ al feliz y desinteresado consumidor moderno, pero la decisión de comportarse de manera ‘diferente’, vivir de manera ‘diferente’ y pensar de manera ‘diferente’ está al alcance de cualquier persona en una sociedad libre, siempre y cuando no viole los derechos de los demás. La historia del monacato cristiano muestra que las comunidades pequeñas y cerradas pueden ser una fuente de inspiración y son capaces de enriquecer esas sociedades de numerosas maneras”.3
 
Una vez comentados estos antecedentes históricos y sociales, me presento ante ustedes como alguien que se ve afectado de manera personal por estas cosas. Para mí, el debate sobre la tolerancia religiosa va más allá de un ejercicio académico obligatorio; está ligado a la comprensión personal del sentido de la vida y de la libertad de adorar a Dios conforme a los dictados de mi propia conciencia. Por esa razón, no puedo evitar defenderlo con pasión.

II.La postura de la Iglesia ante la libertad de creencia


El undécimo artículo de los trece Artículos de Fe, los cuales encierran las enseñanzas fundamentales de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, declara: “Reclamamos el derecho de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de nuestra propia conciencia, y concedemos a todos los hombres el mismo privilegio: que adoren cómo, dónde o lo que deseen”4.

Este principio de fe formulado en 1842 podría servir incluso hoy en día como guía para las interacciones pacíficas entre religiones. Reivindica no sólo la libertad de uno mismo de adorar a Dios, sino que concede específicamente el mismo derecho a todas las personas. Me atrevo a decir incluso que es nuestra responsabilidad como cristianos y ciudadanos el proteger y apoyar activamente a los demás en su libertad.

Defender los derechos de los demás es un mandamiento y un desafío para todos los cristianos. Nunca debemos olvidar que vivimos en un mundo de amplia diversidad. Las religiones del mundo, e incluso las confesiones cristianas entre ellas mismas, pueden diferir en cuanto a la enseñanza y a las prácticas religiosas; pero esto no debe llevarnos a la enemistad o a pensar que somos más santos o mejores que los demás.5


III.La tolerancia y el respeto como cimientos de una sociedad libre


La tolerancia religiosa no es sólo el deber de las personas de fe, sino que representa los cimientos de una sociedad libre.

Si bien anteriormente era relativamente fácil familiarizarse con estos temas (al menos en lo que respecta a su aplicación personal), puesto que aquellos que eran “verdaderamente diferentes” vivían en otros países muy alejados de nosotros, esto ha cambiado drásticamente en los últimos años, al menos aquí en Europa. Con la creciente migración moderna de los pueblos y la mezcla de culturas y religiones, aquellos “que son diferentes” se encuentran de repente en medio de nosotros.

En la actualidad, los cristianos, judíos, musulmanes, ateos, budistas y miembros de muchas otras religiones deben aprender a llevarse bien en sus respectivas actividades públicas. Esto da pie a que surjan emociones y muchos no están seguros de cómo manejar esta situación.

Es necesario realizar un esfuerzo consciente para asimilar la identidad de uno mismo y simultáneamente abordar las diferencias con un espíritu abierto. En este aspecto, la educación y el fomento de la tolerancia y el respeto son indispensables, para que siga siendo posible que todas las personas no solamente crean y vivan sus religiones de manera silenciosa e interna, sino que puedan moverse y expresarse libremente en la esfera pública. Muchos adoptan la postura de que esto es ir demasiado lejos. Dicen que la religión debe restringirse a la esfera puramente privada, no obstante, eso implicaría un mayor secularismo y por tanto uno renunciaría a expresar su postura religiosa.

Creemos que una sociedad se fortalece a medida que, sin restricciones, permite las libertades religiosas. Aquellos que temen la infiltración extranjera y el fundamentalismo religioso y consideran que éstos ponen en peligro la libertad, tienen tendencia a fomentar normas que disminuyen el derecho fundamental de la libertad religiosa.


IV.¿Cómo podemos evitar la discriminación religiosa?


El estado protege los derechos del libre ejercicio de la conciencia. En las sociedades libres, la mayoría de los ciudadanos consideran esto como algo natural y como parte de sus convicciones personales; no obstante, un estado que protege esta libertad también se preserva y se fortalece a sí mismo.

Las grandes religiones del mundo y las pequeñas comunidades religiosas también tienen su parte de responsabilidad en reconocer y respetar la diversidad religiosa. La regla de oro, “No hagas a los demás lo que no deseas que te hagan a ti”, como es bien conocido, de alguna manera u otra forma parte de prácticamente todas las tradiciones religiosas,

Las iglesias cristianas, por encima de todo, deben trabajar juntas más allá de sus propias fronteras a la hora de defender la libertad religiosa y poner fin a la discriminación. A finales de febrero, en un destacado discurso sobre la libertad religiosa, el Cardenal Francis George, presidente de la Conferencia de obispos católicos de los Estados Unidos de América, se dirigió a miles de estudiantes mormones en la Universidad Brigham Young de la Iglesia. Declaró que la libertad religiosa no se puede reducir a la libertad de adorar a Dios o incluso sólo a la libertad de conciencia, las personas y las comunidades religiosas deben tener el derecho de ejercer su influencia en el ámbito público. En los años futuros, será necesario establecer coaliciones interconfesionales para defender la libertad de conciencia individual e institucional, con el fin de combatir la presión que existe para convertir la religión en una cuestión puramente privada6.

Para mí está claro que allá donde pueda florecer la libertad religiosa, se suceden la democracia y el bienestar económico. Si se restringen estas libertades, independientemente de los motivos, la democracia desaparece y surgen los conflictos.

Como personas de fe, debemos trabajar codo con codo para reivindicar la libertad religiosa constitucional, institucional y social.

Comencemos hoy mismo o prosigamos con la labor que ya estamos llevando a cabo.

1 José Smith—Historia 1:33.
2 Patrick Warto, “Schlag”-wort Sekte, 2008, pág. 25.
3 Uwe Backes/Eckhard Jesse, Vergleichende Extremismusforschung, 2005, pág. 375.
4 Undécimo Artículo de Fe de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
5 Véase Gordon B. Hinckley, La obra sigue adelante, Conferencia General de abril de 1999.
6 Véase newsroom.lds.org del 23 de febrero de 2010.

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