La vida de miles de personas se vio afectada por los daños devastadores que provocó el paso de la borrasca Boris por Europa central en septiembre de 2024. Después de las lluvias torrenciales e inundaciones, los misioneros y miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días comenzaron a prestar servicio en sus comunidades: sacaron barro con palas, quitaron enseres inservibles de patios, limpiaron casas y mucho más.
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En Rumanía, cinco mil hogares se vieron afectados directamente por las inundaciones y muchas familias se vieron obligadas a evacuar sus viviendas. Un grupo de veintidós misioneros y miembros se desplazaron al pequeño pueblo de Cuza Voda para prestar servicio. El alcalde los guio hasta una calle donde las casas habían quedado cubiertas de agua con barro hasta una altura de 120 centímetros. Allí, los voluntarios limpiaron la casa de una anciana, quitaron barro y muebles estropeados y fregaron los suelos hasta que recuperaron su color original.
En la República Checa, estudiantes y tutores de la Academia Cumorah prestaron servicio voluntario, en conjunto con los jóvenes adultos locales, para limpiar terrenos públicos en Brantice después de que el país sufriera algunas de las inundaciones más severas en casi tres décadas. Además, los misioneros regionales de la Iglesia encargados de bienestar y autosuficiencia coordinaron una donación humanitaria de productos de higiene y de limpieza para un centro de cuidado de ancianos en Ostrava. El sótano de este centro, gestionado por Cáritas, había quedado inundado, y muchos de los suministros existentes de este tipo de materiales sufrieron daños.
En Eslovaquia, la Iglesia donó fondos a la Cruz Roja para comprar veinte deshumidificadores, que se distribuyeron en la región de Bratislava. Los deshumidificadores, entregados a hogares y negocios locales, se recuperarán y almacenarán para poder usarlos en el futuro.
En Austria, los miembros locales trabajaron con la Cruz Roja, Team Austria, Cáritas y otras organizaciones para prestar servicio. Todos los misioneros de la Iglesia en estas áreas están seguros, y aquellos miembros de la Iglesia que han sufrido daños en sus hogares recibieron ayuda inmediata de sus líderes del sacerdocio.