Los Dres. George Bennett y Lyle Archibald, médicos retirados que sirven con numerosos profesionales médicos, viajan a países en vías de desarrollo varias veces al año para brindar capacitación a ministros de salud locales y personal médico. La pareja ofrece voluntariamente su tiempo y habilidades como parte de LDS Charities [Organización benéfica SUD], el brazo humanitario de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
- Durante 30 años la Organización benéfica SUD se centra en esfuerzos humanitarios
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Bennett y Archibald están entre los 246 dedicados profesionales voluntarios y con los más de 80 misioneros de servicios humanitarios de tiempo completo que realizan trabajo de campo en todo el mundo. Como el programa humanitario se expandió en los últimos 30 años, más personas capacitadas sirven como voluntarias para ayudar a implementar los ocho programas insignia de LDS Charities.
Tal alcance mundial comenzó con una solicitud en 1985 del entonces Presidente de la Iglesia, Spencer W. Kimball (1895-1985), a los miembros de los Estados Unidos y Canadá de llevar a cabo un ayuno especial por las víctimas del hambre y la sequía en Etiopía. Esa no fue la primera vez que los miembros de la Iglesia ayudaron en crisis internacionales: en particular, Brigham Young nombró “granjeros para los indios” durante el asentamiento del territorio de Utah; las mujeres mormonas donaron más de 200.000 fanegas de trigo a las personas pobres luego de la Primera Guerra Mundial; en la Europa devastada por la guerra se distribuyeron ampliamente alimentos y suministros médicos entre 1946 y 1947; los miembros se unieron a personas de otras creencias para ayudar tras el terremoto de Grecia de 1953, y luego ofrecieron amplia ayuda a refugiados después del conflicto de Vietnam.
Los resultados de la solicitud de donaciones en 1985 de la Primera Presidencia para el ayuno especial (abstenerse de comer y beber por dos comidas consecutivas) superaron con creces las expectativas del liderazgo de la Iglesia. Unos $6.4 millones de dólares se donaron a la iniciativa. Luego, la Iglesia se asoció con otras organizaciones de ayuda internacional para entregar suministros de ayuda a Etiopía, país devastado por la guerra y por la sequía.
Al revisar el éxito de la labor humanitaria organizada en 1990, el presidente Thomas S. Monson informó a los miembros de la Iglesia: “Tenemos la responsabilidad de dar ayuda como también esperanza a los hambrientos, destituidos y oprimidos de este país y del extranjero”.
La organización humanitaria LDS Charities se centra en la Respuesta de emergencia, un esfuerzo de responder a las necesidades inmediatas y a largo plazo en desastres naturales como el ciclón reciente en la isla Vanuatu del Pacífico, donde fueron distribuidos suministros de emergencia. Por varios años, médicos voluntarios han entrenado a colegas de países en vías de desarrollo en la técnica de reanimación neonatal. Ahora, ese programa se ha expandido al incluir también el cuidado para las madres. En un intento de aumentar la autosuficiencia personal, los voluntarios en labores humanitarias capacitan a personas locales en producción de alimentos y nutrición. Otro enfoque enfatiza el diagnóstico y tratamiento de problemas de visión mientras se proporciona equipo y suministros para exámenes de la vista y posibles cirugías. En varias partes del mundo la disponibilidad de suministros de agua potable es limitada. LDS Charities ayuda a construir sistemas sanitarios y de agua que brindan a las comunidades un suministro de agua potable más conveniente. LDS charities también se asocia con otras organizaciones de ayuda para implementar campañas de vacunación para prevenir enfermedades prevenibles. Por ejemplo, el año pasado, se proporcionaron cerca de 60.000 sillas de ruedas que aumentaron la movilidad de muchas personas necesitadas. El esfuerzo final incluyó una variedad de proyectos comunitarios que se centran principalmente en las poblaciones de refugiados en todo el mundo.
En junio de 2014, el Dr. George Bennett, médico anestesiólogo de Ivins, Utah, viajó a Tajikistán como entrenador médico. Bennett y su esposa, Marcia, colaboraron con oficiales de salud locales, médicos, parteras y enfermeras de todo el país para presentar una nueva técnica de salud materna.
Los Bennett, ambos en sus 70 años de edad, sirvieron casi once años como voluntarios en el programa internacional de cuidado materno y de recién nacidos, pero ahora están incorporando a sus esfuerzos caritativos de la Iglesia un programa piloto desarrollado por Jhpiego, una organización de salud sin fines de lucro afiliada a la Universidad Johns Hopkins y a la Organización Mundial de la Salud. La técnica ayuda a resolver hemorragias postparto, que anteriormente era la principal causa de mortalidad materna en Tajikistán; la implementación de la técnica ya ha reducido notablemente el número de muertes.
“Notas los niveles de éxito del proyecto cuando vas y enseñas, donas el equipo necesario y ellos mantienen el proyecto por su cuenta para que siga en marcha”, dijo Marcia Bennett. “Allí es cuando sabes que has hecho un diferencia en las prácticas de salud de un país”.
En otro continente, el Dr. Lyle Archibald, médico oncólogo retirado y que ha sido voluntario por seis años de LDS Charities, organizó un equipo para responder a las necesidades del único hospital de cáncer en Paraguay.
“Enviamos un equipo investigador de médicos especializados, uno a la vez para no sobrecargar a los cuidadores médicos locales”, Archibald explicó. “Queríamos evaluar sus necesidades y desarrollar programas que les ayudaran a brindar las mejores prácticas de cuidado de su país”.
Con el tiempo, el proyecto de Archibald proporcionó programas de capacitación que incluyeron técnicas quirúrgicas sugeridas y ayudó a los médicos locales a maximizar la eficiencia y eficacia del equipo que tenían.
“No intentamos crear de nuevo la infraestructura local”, explica Gustavo Estrada, gerente de operaciones de campo de los Servicios Humanitarios de la Iglesia. “Los problemas locales requieren soluciones locales y utilizar recursos locales. Nos asociamos con organizaciones que se han desarrollado en escenarios locales para que podamos alcanzar el mayor impacto en las necesidades”.
Los esfuerzos localizados de 1985 en Etiopía representaron la primera vez que las ofrendas de ayuno se utilizaron a favor de la ayuda humanitaria (las ofrendas de ayuno normalmente se utilizan para apoyar y dar sostén a los miembros necesitados de la Iglesia en sus circunstancias locales). Los miembros siguieron respondiendo con donaciones voluntarias y, para 1991, se les invitó a donar en “necesidades humanitarias”, en la línea ‘otro’ del formulario estandarizado de donativos. En 1996, se agregó una sola línea ‘humanitaria’ a la boleta de donativo. Todos los fondos de donaciones humanitarias, los recursos que dan libremente los miembros de todo el mundo, apoyan directamente los esfuerzos de la Iglesia para ayudar a las personas necesitadas del mundo, sin importar su religión, raza o circunstancia. Los costos adicionales por suministros donados, capacitación y envío los asume la Iglesia, de manera que los fondos que se donan beneficien directamente a las personas necesitadas. Los líderes humanitarios de la Iglesia también se asocian con otras organizaciones de salud, de ayuda y no gubernamentales (las ONG) para maximizar sus esfuerzos en el campo.
Al marcar los 30 años desde la solicitud inicial de donar fondos voluntariamente, el alcance humanitario de la Iglesia ahora se extiende mucho más allá de los límites de su membresía y llega a cientos de miles de personas, particularmente en los países en vías de desarrollo. En 2014, por ejemplo, la ayuda llegó a 131 países y benefició a cerca de 1.2 millones de personas.
“Tal caridad es más que ayuda”, explica Sharon Eubank, director ejecutivo de LDS Charities. “Cuando se implementa bajo los principios correctos se enfatiza la dignidad, el valor humano, la cooperación, la unidad, el sacrificio; y se asegura que nadie es muy pobre, incapacitado o marginado para contribuir con algo de valor”.