El periodismo es una actividad vertiginosa. Los temas candentes de hoy pueden haberse olvidado mañana. En ocasiones, incluso algunos artículos elaborados con esmero nunca llegan a ver la luz del día. En septiembre de 2019, el élder Dieter F. Uchtdorf concedió una entrevista que nunca se publicó. Durante una hora, el Apóstol de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días respondió a las preguntas de un conocido periodista.
El motivo fue el programa de puertas abiertas del Templo de Fráncfort, Alemania. Pero como se puede apreciar en la grabación de audio, no se limitó a hablar de esa Santa Casa. En aquella conversación se habló de la fe en Dios y de la disposición a servir a los demás, cuestiones que, en definitiva, se centran en Jesucristo, según dijo el exjefe de pilotos de Lufthansa.
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“En el Libro de Mormón leemos que podemos llegar a ser perfectos en Cristo. Eso no significa que yo esté libre de pecado. No, el sacrificio y la gracia de Dios me guían hacia la perfección”, explica el élder Uchtdorf en una tranquila sala ubicada en el anexo del templo. Aquellos que están dispuestos a arrepentirse y aprovechar la Expiación encontrarán respuesta a las preguntas difíciles de la vida.
Luego, el periodista pregunta si el élder Uchtdorf ha tenido dudas existenciales alguna vez. El élder, de setenta y ocho años, responde que no, pero admite: “No conozco a nadie que no haya pasado por etapas de preguntas, preguntas profundas; etapas en las que haya dudado de sí mismo. Es algo que ocurre”.
Y siempre vuelve a los principios básicos. “Eso es lo maravilloso del templo”, recalca el Apóstol. “Se nos guía a Jesucristo, a Su función; al propósito de la vida; al hecho de que tenemos un Padre Celestial que nos envió aquí por una razón: en concreto, para que podamos aprender, progresar y llegar a entender quiénes somos”.
El élder Uchtdorf no siempre tiene respuesta para todas las preguntas. Si los jóvenes le plantean esas preguntas, es sincero al respecto. La certidumbre falsa no ayuda. Esas preguntas, con frecuencia, están relacionadas con la periferia de la fe, pero la clave es la base: amar a Dios y amar al prójimo fue la respuesta de Jesucristo a la pregunta de cuál era el mandamiento más importante, explica el élder Uchtdorf.
“Eso es lo que predicamos y lo relacionamos con el servicio”, afirma. “Vengan y vean. Vengan y ayuden. Vengan y quédense”, es Su mensaje a quienes no están seguros. De lo que se trata es de aplicarlo, dice. Por esa razón, Jesús también proclamó: “Por sus frutos los conoceréis”.
“Si pongo en práctica lo que Jesucristo enseña, recibo mi propio testimonio”, explica el élder Uchtdorf. Al igual que el Antiguo y el Nuevo Testamentos, de la Biblia, y el Libro de Mormón, como otro testamento, dan testimonio de Jesucristo, el discipulado personal también lleva al conocimiento y a su confirmación, añade. Incluso cuando era joven, le impresionó la forma en que el Evangelio funcionaba en su vida cotidiana. “Una teología basada meramente en la teoría no me habría resultado fascinante”.
El élder Uchtdorf nació el 6 de noviembre de 1940 en Ostrava, en lo que actualmente es la República Checa. De niño, tuvo que huir con su familia en dos ocasiones. También habla de ello en la entrevista y de cómo los Uchtdorf conocieron La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días por medio de un conocido de su abuela, en Zwickau.
Toda la familia se unió a la Iglesia y se mudó a Bergen-Enkheim y, posteriormente, a Fráncfort. El élder Uchtdorf recuerda que aquellos días no siempre fueron fáciles. Como niño refugiado, a veces se burlaban de él, lo llamaban “escarabajo de la patata” y lo trataban con desdén.
“Durante aquellos difíciles años, la Iglesia y mi fe fueron una ayuda increíble para mí”, recuerda. “He experimentado personalmente lo que el mensaje de Cristo puede hacer por cada persona individualmente”. Cuando tenía doce años, fue ordenado diácono y repartía la Santa Cena durante el servicio de adoración. “Eso me aportó fortaleza interior y edificó en mí un puente hacia Cristo”.
Haciendo memoria, el élder Uchtdorf dice que las características que adquirió en sus primeros años con su servicio en el barrio le resultaron beneficiosos años después. “Lo que vi y experimenté me han ayudado a sobrellevar las dificultades a lo largo de mi vida. Eso incluyó tener una mentalidad abierta para aprender y ponerme a disposición de los demás”.
En 1994, fue llamado a ser Autoridad General y dejó atrás su larga trayectoria profesional como piloto. “Creí que aquello duraría solo unos años y que siempre viviríamos aquí, en Alemania”, explica el élder Uchtdorf.
Diez años después llegó el llamamiento de Apóstol, un compromiso para el resto de su vida. Él y Harriet, su esposa, siempre han estado de acuerdo en que nunca debían poner nada por delante del Señor. Ninguno de los dos ha tenido nunca la impresión de que servir en la Iglesia fuera un sacrificio. “Hiciéramos lo que hiciéramos, hemos recibido bendiciones por las que estamos agradecidos”, añade.
“Cuando nos dimos cuenta de que íbamos a vivir el resto de nuestra vida en Salt Lake City, Utah, eso sí nos pareció un sacrificio”, recuerda el élder Uchtdorf. “Nuestros amigos estaban aquí [en Alemania], nuestros hijos estaban aquí y sus familias estaban aquí. Y allí, básicamente, seríamos ‘padres sin hijos’. Pero, por supuesto, dijimos que el Señor nos había llamado y que iríamos”. Unos años después, su hija se mudó con su familia a Utah para apoyar a sus padres.
Luego, el periodista derivó la conversación a la Palabra de Sabiduría. Esta revelación recibida por el profeta José Smith inspira a las personas a mantener una buena salud. En particular, el hecho de que incluya abstenerse de tomar café es algo poco práctico para los periodistas, comenta el entrevistador.
“Cumplo con ella porque amo a Dios y me he dado cuenta de que, en realidad, es algo bueno para mí”, responde el élder Uchtdorf. Cuando era joven, pensó en lo que se prometía a quienes siguieran la revelación: “… correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar”, se dice en el libro llamado Doctrina y Convenios. Pero, durante el tiempo que pasó en las fuerzas armadas, se dio cuenta de que, cuando corría, iba por detrás de la mitad de su compañía. Sin embargo, muchos de los que fumaban sin control y bebían alcohol en aquella época ya no corren tan rápidamente; algunos de ellos ni siquiera pueden correr ya. Pero no es de eso de lo que trata la revelación.
Quienes cumplen los mandamientos de Dios no siempre pueden esperar un premio. “El premio es la fortaleza interior que se obtiene”, añade el Apóstol. Y vuelve a hacer hincapié en los dos grandes mandamientos. “Eso es la base de todo”, afirma.