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La Iglesia a nivel mundial

El evangelio de Jesucristo es más que un conjunto de enseñanzas. Es una comunidad de personas de verdad que viven en lugares de verdad.

El evangelio de Jesucristo es más que un conjunto de enseñanzas. Es una comunidad de personas de verdad que viven en lugares de verdad.

Durante los primeros años de la Iglesia en el siglo XIX, los Santos de los Últimos Días se congregaron en un lugar con el fin de establecer una comunidad espiritual, la cual a menudo llamaban Sion. Esos conversos provenientes de Norteamérica, Europa y las Islas del Pacífico dejaron sus lugares de origen para trasladarse a los rocosos entornos de Utah. Juntos construyeron un nuevo hogar, pero nunca olvidaron sus lugares de origen. En un tradicional himno mormón se transmiten sus sentimientos:

Oh amado hogar, doquiera que voy,
En tierras extrañas o mares lejanos,
Con el tiempo, mi amor aumenta
¡Y mis ansias crecen por ti!
Aunque bello es el paisaje que me rodea,
Y afables y leales son todos conmigo,
Aunque hay regocijo y música a mi alrededor,
Mi corazón aún te añora.

Las generaciones modernas de Santos de los Últimos Días ya no se congregan en un solo lugar sino que establecen comunidades en sus países y congregaciones. No importa dónde nos encontremos, llevamos en nuestros adentros a las personas que amamos y los lugares en los que vivimos.

De lo particular a lo universal

En años recientes se ha hablado mucho de la globalización y de la forma en que la tecnología y el comercio acercan más a las culturas. Sin embargo, las costumbres de cada lugar no han desaparecido. Las personas aprecian cada vez más las peculiaridades de su cultura.

Los Santos de los Últimos Días poseen una identidad colectiva como miembros de una Iglesia mundial y a la vez una identidad propia de su país y localidad. No tienen que rechazar una de ellas para tener la otra. Ellos celebran las costumbres y características de su respectiva cultura, pero llevan su vida según el mensaje universal de Jesucristo. Ese mensaje se enseña en el Libro de Mormón: “Él invita a todos ellos a que vengan a él y participen de su bondad; y a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres… y todos son iguales ante Dios” (2 Nefi: 26:33).

En muchas formas, somos el producto de las personas que nos rodean y los lugares en los que vivimos. El afecto que compartimos con amigos y correligionarios nos ayuda a formar el carácter. Nuestros antepasados dieron sentido a nuestra condición social. La personalidad de los lugares en los que vivimos nos enseña lecciones espirituales y nos hacen ser lo que somos. La vibrante música y los brillantes colores de Latinoamérica, el clima húmedo y los sofisticados centros urbanos de Asia, las maravillas arquitectónicas de Europa y los mares que rodean las islas forjan los horizontes espirituales de los habitantes de cada uno de esos lugares.

Vai Sikahema, un Santo de los Últimos Días que nació y se crió en Tonga, explica el carácter espiritual de los polinesios. “A los polinesios se nos conoce por nuestra fe que es como la de un niño y eso se debe a que nuestros antepasados surcaron el océano Pacífico y tuvieron que depender de su fe. A medida que navegaban oraban para pedir protección, y eso le sirvió a nuestra gente. Hoy en día, esa fe, y lo que queda de ese tipo de fe, aún resuena entre los polinesios de la actualidad”.

Elena Nechiporova, Santo de los Últimos Días de Moscú, observa una conexión entre su fe y el alma rusa: “Cada vez que estoy lejos de casa comienzo a extrañar a mi familia, los vastos campos de Rusia y también los espesos bosques y las montañas altas. Existe tal cosa como la grandeza del alma rusa, la cual está llena de sabiduría y longanimidad, a pesar de que parezca ser un enigma. En la enormidad del territorio de Rusia, hay distintas nacionalidades y esos pueblos se pueden unir por medio de la hermandad y esperanza del Evangelio”.

Sion en nuestro país y en el extranjero

En las Escrituras mormonas a la comunidad ideal de los santos se le describe como “Sion”. Esa comunidad siempre existe en lugares tangibles, pero también en el alma. En última instancia, Sion es la asociación de “los puros de corazón”, lo cual es un estado espiritual, una actitud hacia nuestro prójimo (véase D. y C. 97:21). No requiere que todos los miembros de la Iglesia vivan en el mismo lugar y apartados del resto de la sociedad. Más bien, los miembros se esfuerzan por establecer Sion en las congregaciones mormonas de alrededor del mundo.

Dondequiera que los Santos de los Últimos Días vivan, adoren y cuiden el uno del otro, ahí se encuentra Sion, un lugar de aceptación y espíritu de comunidad.

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