Nota de prensa

Los Santos de los Últimos Días de Europa reciben bendiciones al bendecir a los demás

Labor de ayuda a los refugiados en Alemania, Eslovaquia, Francia, Moldavia, Polonia y República Checa

La crisis de refugiados ha conquistado el corazón de la mayoría de los europeos, incluidos los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Muchos de ellos están ocupados prestando servicio a otras personas en países de toda Europa. Los miembros de la Iglesia y sus amigos sienten profundamente la situación de los ucranianos desplazados y buscan activamente formas de ayudar. Esta labor desinteresada suele ser recompensada con intensos sentimientos de humildad, propósito y satisfacción. De este modo, son bendecidas tanto las personas que reciben el servicio como las que lo prestan.

Alemania

Veinte mujeres de congregaciones de la Iglesia en Fráncfort y Friedrichsdorf ayudaron a refugiados ucranianos el 19 de marzo para celebrar el 180.º aniversario de la Sociedad de Socorro, la organización mundial de servicio de las mujeres de la Iglesia. Utilizaron la plataforma de conexión de servicio comunitario de la Iglesia, SirveAhora, para organizar una actividad de pintar muebles en un centro para refugiados sin hogar de Cáritas en Fráncfort. Una madre ucraniana y su familia estaban de vacaciones en la República Dominicana cuando comenzó el conflicto. Quedaron abandonados, sin documentos y solo con la ropa de vacaciones, y ahora se encuentran en el centro de refugiados de Fráncfort. Ella se sintió profundamente conmovida mientras ayudaba a los voluntarios, llenos de empatía por su situación, a pintar muebles nuevos. Juntos pintaron los muebles con colores y diseños alegres, y ahora esos muebles se utilizan para que los huéspedes del centro puedan sentarse al aire libre.

Moldavia

La Iglesia, en cooperación con otras organizaciones religiosas de Moldavia, proporciona alimentos a los refugiados. La Sociedad de Ayuda Cristiana de Moldavia ofrece comidas calientes en tres pasos fronterizos entre Ucrania y Moldavia, y también se ha puesto en contacto con otros grupos religiosos para ayudar a los refugiados desplazados. Voluntarios de toda Moldavia preparan comidas calientes a primera hora de la mañana, que luego se llevan al mediodía a los pasos fronterizos.  Las comidas consisten en carne, patatas, arroz y verdura. Los voluntarios también proporcionan agua, fruta y pan. Las familias que cruzan a pie pueden encontrar comidas calientes preparadas para ellos. Incluso los guardias fronterizos se involucran y ayudan a repartir comidas a los refugiados mientras los vehículos esperan en largas colas para cruzar la frontera.

Polonia

Christina y David Foote, voluntarios a tiempo completo de la Iglesia, declaran: “Están llegando personas a Cracovia, Polonia, después de tres o cuatro días de viaje. En su mayoría son madres con niños pequeños, a menudo acompañados de los abuelos, cansados de viajar y de cargar con sus pertenencias en bolsas de la compra o mochilas pesadas”. Está claro que los refugiados consideran las maletas con ruedas un regalo del cielo. Una madre compartió esto: “Mis hijos, mis padres y yo habíamos viajado durante días, cada uno con dos mochilas. Por eso, cuando los misioneros me ofrecieron maletas con ruedas, rompí a llorar; supe que estaba a salvo”.

David añade: “Normalmente, cada miembro del equipo lleva a la estación de tren cuatro maletas, así que, en total, veinte a la vez. A continuación, buscamos por toda la estación a personas que las necesiten y, en menos de diez minutos, ya están repartidas. Después, vamos a por más maletas; hubo un día que regalamos al menos sesenta”. Christina comenta: “Esta labor es agotadora, física y emocionalmente, pero cuando les decimos que hay personas en todo el mundo que oran por ellos, puedes ver cómo sus ojos se iluminan con esperanza renovada. Podemos ver que hemos aligerado la carga de alguien y, quizás, incluso hayamos ayudado a responder a una oración. Realmente merece la pena”.

Francia

Maryna y sus dos hijos pequeños han comenzado de nuevo en Mulhouse, Francia, después de huir de la violencia en Ucrania. Su historia comenzó con retrasos en los medios de transporte, mochilas pesadas, esperas en la frontera y, finalmente, un tren que los llevó hacia el oeste. En Francia, los miembros de la congregación de la Iglesia de Mulhouse dieron comida, alojamiento, ropa y amistad a la familia de Maryna. Christophe Mortier, un líder de la Iglesia, junto con la agencia de ayuda APPUIS, solo necesitó una semana para conseguir nuevos documentos franceses. Durante los próximos tres años, estos documentos garantizan el derecho a la protección del Estado, ayuda médica y económica y permiso de trabajo. Una vez que los niños se matricularon en el colegio con profesores cualificados y amigos nuevos, la familia pudo respirar más aliviada y empezar a pensar en el futuro.

Eslovaquia

Los miembros de la Iglesia en Eslovaquia ayudan de manera activa a los refugiados que cruzan la frontera en la parte oriental del país. Proporcionan a los recién llegados alojamiento a corto o largo plazo, los ayudan con el transporte y les ofrecen comida y artículos de primera necesidad. Asimismo, ayudan a los refugiados con trámites legales, orientación en general y otros recursos. Gracias a la ayuda combinada del Gobierno y la comunidad, los refugiados están bien atendidos. Los miembros de la Iglesia de Eslovaquia acogen con los brazos abiertos a sus hermanos y hermanas que van llegando a las reuniones dominicales y otras actividades. La Iglesia, además, participa activamente en numerosos proyectos de ayuda humanitaria en cooperación con otras organizaciones.

República Checa

Los miembros locales de la Iglesia en Liberec, República Checa, han participado de manera activa en varios proyectos realizados simultáneamente para ayudar a las familias de miembros refugiados que llegan a la ciudad. Algunos miembros locales ofrecieron alojamiento y otros miembros y refugiados aunaron sus esfuerzos para convertir en alojamiento el piso superior de la capilla alquilada, poco utilizado. En otro proyecto, los miembros locales se unieron a las Iglesias greco-católica y evangélica para poner en marcha un centro de maternidad y una guardería para madres y niños ucranianos. “El programa y el cuidado diario de los niños corren a cargo de los miembros ucranianos de nuestra congregación”, dijo Bohdana Hanzalová, una miembro checa de Liberec. “Aquí, las madres de cualquier credo también podrán ocuparse de los trámites administrativos, entablar amistad con otras madres o buscar empleo”.

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